Por: Dania Díaz Socarrás.
Foto: Diana Ros Iraola.
“En La Liga se reúnen, después de la fatiga y el trabajo, los que saben que solo hay dicha verdadera en la amistad y en la cultura”, así lo valoró en su tiempo José Martí, así lo defienden aún quienes desde Camagüey voltean el catalejo para mirar nuestra propia cultura, la de hoy, la que está aquí, más cerca de nosotros, la que padecemos día a día.
En el año 2008, los intelectuales Yoan Manuel Pico Olivera, María Antonia Borroto Trujillo, Lionel Valdivia, Osvaldo Gallardo y el diseñador Luis Omar Álvarez, se unieron en un proyecto para polemizar y compartir preocupaciones y alternativas en relación con las distintas artes a partir de temáticas actuales: la revista de literatura y arte La Liga.
Desde entonces, esta publicación digital, proyecto nacional de la Asociación Hermanos Saiz, se gestó como un espacio para el conocimiento, el intercambio y el debate, acentuado en el Día de La Liga, una oportunidad para converger y la disentir sobre cuestiones que intervienen en la vida cultural y social de nuestro contexto.
Hojas al viento que llevan poemas, La colmena donde confluye la narrativa, El sable dorado, defensor de la literatura para niños, La celosía donde se colocan reseñas críticas y artículos breves sobre títulos de la literatura cubana y universal, y una siempre bienvenida Lectura en dos orillas, en compañía de entrevistados del mundo de la cultura, se reúnen en la revista que tiene también sitio para otras artes.
Reseñas críticas o entrevistas a personalidades reconocidas en el mundo del audiovisual, ocupan El filtro, mientras que para la plástica pernocta en La Liga una galería virtual, La paleta, donde se exponen obras de relevantes artistas de la Cuba de hoy, y La hornilla que incluye lo que se gesta desde las diferentes manifestaciones artísticas.
Un caprichoso camino nos convida en cada número a andar con cuidado, a adivinar salidas nuevas de El laberinto diseñado para reflexionar sobre cuestiones que mueven el pensamiento actual, junto al que llega un acercamiento más explícito a La vida pública con crónicas y comentarios sobre el acontecer no solo nacional.
No obstante, quizás el mérito mayor de La Liga no esté en su diversidad de visión, en ese mirar hacia aquí o allá, sino en el tipo de lente con que observa el entorno, en la avidez de los ojos que acompaña, en la precisión del dedo índice y en la constancia de la pluma que subraya rasgos de la vida cultural, o simplemente de la vida, en la provincia y el país.
Se levanta entonces, también en estos tiempos, La Liga. Se yergue una vez más, por la amistad de sus iniciadores y el franco diálogo con los amigos nuevos, y por la cultura, a pesar de la fatiga y el trabajo, por el alma a pesar de tantos cuerpos por alimentar y por vestir; por lo sublime más allá de lo profano, por ese rato de los días que dedicamos al fin a sostener el alma.