Por: Yanetsy León González*.
Foto: Leandro Pérez.
Teresa Bustillo es la curadora del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey (FIVAC), una mujer temida en el mejor sentido de la palabra, por el rigor y la postura crítica con que enfrenta cada obra.
Doctora en Ciencias sobre Arte, nunca niega la exigencia profesional que significó para ella aceptar la invitación del artista multimedial Jorge Luis Santana, a soñar desde aquí un evento para una expresión de la que apenas sabía.
Su mirada ha procesado toda la información de los siete terabytes que ya abarca el archivo del Festival, y sus argumentos han sido determinantes para la selección de las muestras y la ruta teórica acerca de un arte disconforme.
De la primera edición en noviembre del 2008 a la actual, Teresa Bustillo se ha forjado como voz infaltable, traductora multilingüe de culturas para los artistas del mundo que confluyen en Camagüey, y también para un público desconocedor pero curioso.
Conversamos con ella a partir de un dato revelador. Como dijo en la sala Georges Méliès, durante la apertura del noveno FIVAC, se produjo un récord por la inscripción de más de 400 obras.
“Para nosotros, como Comité Organizador, sigue siendo un elemento muy estimulante haber recibido esa respuesta a la convocatoria. Ese compromiso con los artistas ha sido la razón fundamental por la que hemos mantenido la realización de FIVAC, aun cuando se hayan introducido cambios en el esquema general de programación y también en las fechas de realización”, explicó.
Luego añadió que “esto habla del placer, de la necesidad consustancial del ser humano de crear, independientemente de las circunstancias tan desfavorables que ha tenido el mundo en los dos últimos años”.
El Comité Organizador aceptó 93, de 102 artistas de 23 países. La mayor representación corresponde a España, Brasil, Francia, Cuba, Estados Unidos, Colombia y Argentina. Son exhibidas además en la galería Píxel de El Circuito.
─Se extraña el discursar desde el plano de la crítica y la investigación, por la utilidad como sesiones para el aprendizaje y la retroalimentación…
“Dadas las especificidades de esta edición, nos hemos visto obligados a prescindir del espacio de confrontación teórica, aun cuando habíamos recibido una cantidad considerable de propuestas muy interesantes, relacionadas con las temáticas de la convocatoria.
“Aún en tiempos en los que prácticamente el cosmos está siendo dominado por la tecnología, en que todo parece indicar que nada le es imposible al hombre, se nos ha puesto en evidencia como especie vulnerable desde una perspectiva biológica y desde las estructuras sociales. Los funcionamientos creados por el hombre hasta este siglo XXI han entrado en crisis por un problema de salud”.
─ De lo recibido, ¿qué opina en cuanto a lo conceptual y morfológico jerarquizado desde FIVAC?
“El término videoarte puede haber envejecido un poco. Desde hace ya varios años han empezado a aparecer otras denominaciones como la videocreación o la imagen en movimiento experimental, mucho más amplia. Todo esto, creo yo, redunda en una idea que estuvo desde principios del FIVAC, independientemente de que podamos concordar o no con la obsolescencia del término, y es el carácter experimental de esa manera de producir arte por la combinación de imagen en movimiento y sonido.
“Dentro de las morfologías colindantes con esa videocreación experimental están las videoinstalaciones. Este año lamentablemente no tenemos ninguna, porque creo que ha sido una estrategia de supervivencia. Los artistas se han concentrado en la producción de carácter monocanal, menos exigente de condiciones expositivas que en estas circunstancias no son factibles”.
─Entonces, ¿qué identifica como la novedad de esta edición?
“En términos de lenguaje no hay grandes novedades para el Festival. Sí se han mantenido esas preocupaciones ontológicas y ancestrales de los seres humanos respecto del arte, y se ha incorporado desde diversas perspectivas la relación hombre-pandemia, tipificada en la COVID-19 y en todos aquellos sucesos que hacen emerger la vulnerabilidad del ser humano.
“Los artistas se han acercado a esa problemática, a veces desde posturas más intimistas, vinculadas al aislamiento, a lo que ha significado estar meses en la casa sin el contacto social, y a veces desde otras miradas ecuménicas. Esa pudiera ser la gran novedad del Festival. No los lenguajes ni la exploración formal, sino el tratamiento de un tema que ha impactado en la subjetividad, en la cosmovisión, en la manera de dialogar que tiene el hombre con el hombre”.
*(Tomado de Adelante Digital).