Por: María Antonia Borroto.
Una visión muy simplificadora de la realidad supone que los nexos entre las redes sociales y el arte se reducen solo al hecho de que las primeras son un medio ideal para la difusión del segundo. En lo absoluto el asunto es tan sencillo, tal como lo demostrará la profesora e investigadora Laura Baigorri en su conferencia “Identidades robadas. Arte, apropiación y extimidad en la vida online”. Cámara de papel se asoma al tema e invita a debatirlo junto a la autora en el inicio de las sesiones teóricas del 8vo. FIVAC.
¿Puede afirmarse que la pérdida de la privacidad es un rasgo de las culturas contemporáneas?
Ya es un hecho. Muchas veces la gente no es consciente de que está perdiendo la privacidad. Con los permisos que damos en los teléfonos también damos, sin saberlo, la autorización para un montón de cosas. Otra forma de perder la privacidad es la extimidad, ese querer contar a los demás parte de tu intimidad, y que sí es voluntad personal. En estos momentos convivimos dos generaciones extremas con algunas generaciones intermedias, los más mayores todavía tenemos una noción de la privacidad que abarca un campo muy amplio. No queremos que se sepan cosas de nosotros a no ser que las contemos a los amigos, pero conforme la gente es más joven o ha crecido con los nuevos dispositivos, su noción de privacidad no es como la nuestra.
Hay personas que lo suben todo a las redes. Algunas cosas son banales, otras son, desde el punto de vista de los más mayores, trascendentes. También es cierto que en determinadas edades eso quizás no tiene consecuencias, pero en otras sí. Ya las empresas están revisando los perfiles de quienes contratan para conocer el tipo de persona.
Usted ha afirmado que las fronteras entre el arte y el activismo social suelen difuminarse cuando se ejerce la crítica desde la red. ¿Por qué?
Siempre estas fronteras han estado muy rotas, algunos artistas han usado el arte para hacer activismo y algunos activistas utilizan el arte para protegerse legalmente de las consecuencias de sus acciones. Las fronteras están muy difuminadas. Se trata de una elección que hace el artista, quien decide considerar arte determinada acción. Otras veces deciden introducirla desde el circuito del arte para mitigar posibles consecuencias legales, o también para conseguir una determinada difusión.
¿Cómo enseñar arte hoy en día, en un entorno tan cambiante?
Habría que comenzar por definir qué ha sido enseñar arte hasta ahora. Cuál es la diferencia. Nosotros nos quejamos porque los alumnos no tienen una base teórica e histórica, hasta cierto punto les interesa cada vez menos qué ha sucedido en el arte. La diferencia está en la palabra hoy. ¿Qué ha sucedido hoy? Pues ha habido un estallido de los límites del arte.
El arte siempre ha estado muy mezclado con otros campos, eso está claro, pero ahora se ha producido el estallido de lo que conocíamos como límites del arte. Precisamente cuando hablamos de activismo no están claros los límites. Estaba muy claro que una cosa eran los videos realizados por los artistas y otra los videos meramente comunicacionales. Ahora la plataforma de YouTube está llena de videos que podrían ser considerados como arte y que la gente no cataloga como tal. También está el videoartista que tiene todos sus videos colgados en Internet y no siempre en plataformas artísticas. Y la gente vive el arte de una forma más social.
Enseñar arte muchas veces es enseñar su historia y eso puede que no les interese tanto a los estudiantes, o enseñarles procesos, los medios pictóricos, disciplinas. Esto se puede hacer, pero con un carácter más colateral. Claro, es bien complejo enseñar conceptualmente arte en un instante en que se han borrado todos los límites. A veces los alumnos están más avanzados que los profesores en ese contexto, viven una realidad social de la que quizás un docente no está tan al tanto, y son los encargados entonces de introducir determinadas prácticas. Hay dos posibilidades: o enseñas el arte que actualmente está viviendo esta generación o enseñas conceptos que ya no son útiles a la hora de la representación.
En Camagüey podremos acercarnos en esta ocasión a la obra de Eva y Franco Mattes.
Siempre han sido muy polémicos, y siempre han roto los límites de qué es y qué no es arte. Y eso es interesante. Es un desafío.
Las piezas suyas que presento son actos de elección muy duchampinianos. Una de las piezas está basada en la apropiación de imágenes que la gente ha subido a internet sin la intención, obviamente, de que fueran artísticas. Es la elección y la posterior concatenación de todas esas imágenes lo que acaba generando la pieza artística. Otra es un gran fake. Ellos siempre han trabajado en los límites. Perfectamente sus piezas podrían no estar en el contexto del arte y ser asumidos como investigaciones sociológicas.
Usted ha afirmado que se puede resistir de una manera activa, pero que resistir es también el hecho mismo de debatir cualquier obra de arte que problematiza una época.
Hay una idea de Foucault que me gusta mucho. Él afirma que normalmente conceptualizamos la resistencia de una forma peyorativa, cuando en realidad no debemos verla solo como sufrimiento, sino que debe ser vista como un acto creativo. Cuando consideras la resistencia como potencialidad, como creación, ya la estás viendo como esperanza y como potencia de algo que va a existir.
Es lo que hacen básicamente los artistas con sus críticas. Hay un punto de esperanza en la resistencia y en la crítica. Se está resistiendo para un futuro mejor. Cualquier artista, aun cuando quiera demostrar que algo está perdido, desde el momento en que hace un comentario crítico está intentando cambiar las cosas, de lo contrario sería la desesperanza total. Debemos preocuparnos el día en que los artistas no estén generando obras o no estén haciendo comentarios críticos, porque significaría que están dándolo todo por perdido. Cuando están haciendo comentarios críticos, por mucha sensación de desesperanza que haya, el solo hecho de la generación de un comentario crítico implica esperanza.